Nostalgia metafísica, tradicionalismo y tekhné

 ¿Por qué todo parecía más bello antes? Porque había más metafísica aún y era un mundo menos secularizado que hoy, en la era del vacío que vivimos. Reno decía, a propósito de la arquitectura, es una sociedad sin hogar, el vacío nihilista trasciende en el ambiente y paisaje. La metafísica se traduce en la jerarquía espiritual, la contemplación de lo divino, el alma del pueblo, la familia fuerte, la comunidad, la tradición, una escalera hacia Dios, y eso embellece el paisaje humano, es un hogar y no un deprimente departamento pequeño sin alma. 

Uno ve los juguetes de antes, las películas de antes, los libros de antes, las fotos de nuestros abuelos, la piedad religiosa, hasta los dibujos animados y difícil no soltar una lágrima, lo que hemos perdido en esta era insulsa y pervertida, pero muy democrática y libre y abierta. Ni hablar de la música de antes, comparada a la escoria de nuestros días, que estamos dejando como legado a las futuras generaciones, literalmente, porquería y menos que eso, ni siquiera es nada, es menos que nada.

La oposición del tradicionalismo a la técnica NO es al desarrollo de la tecnología ni los avances científicos, que siempre han habido; sino a una cierta forma específica de racionalidad, la racionalidad técnica de Descartes, Kant, Hume, la Ilustración, el Progreso.

Por eso pretender o caricaturizar que el tradicionalismo es la vuelta a una sociedad pre industrial es absurdo. Lo que se busca es restaurar el espíritu orgánico, comunal y comunitario perdido en la modernidad, y en lo posible, el agrarismo, sin caer en la utopía.

Y es evidente que la racionalidad técnica, es un problema extremadamente grave, es un problema metafísico, una inversión metafísica que destruye el orden del ser y la constitución ontológica del mundo, desplaza a Dios y enaltece al Hombre fáustico prometeico.