domingo, 15 de septiembre de 2024

Una episteme para la Tradición. Por qué hemos fallado siempre.

 Esta es la razón por la cual el conservadurismo/tradicionalismo ha fracasado casi siempre. Porque no ha sabido constituirse como episteme global que informe todas las ciencias, no sabe sacar provecho de su metafísica del Ser y lo eterno frente al Tiempo, propio del progresismo. Creo que lo más parecido ha sido la sociología y economía católicas de principio del siglo XX, pero han sido esfuerzos aislados e insuficientes, muy valiosos pero no lograron romper el paradigma tecno-científico y progresista dominante en el liberalismo y en el marxismo. 

Esta cita está tomada de Alexander Dugin, Fourth political theory, Vol. II, pág.8, y es interesantísima, muy acertada pese a lo heterodoxo del filósofo ruso en varias cuestiones.

La postura de Dugin debe ser considerada seriamente, el conservadurismo/tradicionalismo se orienta a lo eterno, al Ser, a la primacía del Ser, la metafísica, lo religioso, lo constante, lo permanente. El modernismo, a la primacía del Tiempo, el ser es olvidado y se vuelve función del tiempo.

Sin la restauración de la Teología, scientia rectrix, y la metafísica, ancilla philosophiae, no es mucho más lo que se puede hacer. Esa es la cuestión principal. Y el problema no es solo ni principalmente el Vaticano II, es un problema mucho más hondo, de muchos siglos.

Los breves momentos de experiencias no-modernistas, ni liberales, ni marxistas, tuvieron en el siglo XX un problema político-militar muy fuerte derivado del trauma de la segunda guerra mundial por un lado y por otro, un problema metafísico-epistémico, y detrás, la secularización. La creencia y doctrina detrás de las experiencias más o menos "tradicionalistas", antiliberales, del siglo XX, fracasaron en buena medida por una derrota epistémica y metafísica, acelerada por el proceso de secularización. No sólo derrota político-militar. La teología católica hacia 1960 era escolasticismo decadente y estéril y las respuestas desde la Nouvelle Theologie, peores aún, malentendiendo la patrística, solo profundizaron el problema. Una teología sólida, no existía y por eso pasó lo que pasó con el Concilio. El trauma de la segunda guerra mundial, que impulsó la contracultura progresista, la escuela de Frankfurt, etc., aceleró la destrucción de la Tradición en Occidente, y el capitalismo global cooptó todos esos movimientos contestatarios para transformarlos y fundirlos. Eso es 1968.








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