domingo, 15 de septiembre de 2024

Sobre la doctrina católica, la ley natural y los derechos humanos

Los derechos humanos no tienen nada que ver con el Derecho Natural Clásico, a lo más son una perversión total del mismo, pero actúan como un sucedáneo laico y secularizado de dicha idea que sobre el derecho positivo existe un "algo superior" que es normativo. El neoconstitucionalismo ha usado y abusado de dicha idea, pero en lugar de reconocer un derecho natural de raíz aristotélico-tomista, o incluso iusracionalista, solo ha contribuido a fortalecer el paradigma neo-positivista en torno a la Constitución, entendida ya no al modo Kelseniano como pirámide normativa sino como "norma fundamental sustancial" de la que emanan los principios del ordenamiento jurídico. Al final siempre es lo mismo, reducción de todo el Derecho a la Ley y la Facultad(derecho subjetivo de individuo). Individualismo y formalismo jurídico a fin de cuentas. 

Los juristas católicos que intentan compatibilizar los modernos derechos humanos nacidos del derecho natural racionalista y las Revoluciones liberales, y especialmente la carta de Naciones Unidas de 1948, son un círculo cuadrado que hace caso omiso de la contraposición de fundamentos básicos entre ambas concepciones. El Derecho Natural Clásico no establece un catálogo de derechos subjetivos sino un imperativo de ley moral natural que obliga a toda persona e institución, a lo más como proponía Vallet de Goytisolo, "principios ético-jurídicos" que se pueden cristalizar en leyes e incluso un catálogo de derechos fundamentales pero que se entienden como concreciones de la ley moral natural. Esa última postura me parece muy discutible pero quizás es práctica dado lo imposible de suprimir la técnica moderna del Derecho Subjetivo. 

De todos modos, los DDHH modernos siempre funcionan como una moral laica santurrona con la que Occidente impone su paradigma progresista sobre el resto del mundo y contra quienes no aceptan el modelo progresista de ser humano atomizado y "liberado". Por eso es tan pernicioso para la Iglesia sumarse al moderno discurso de los DDHH. 

Que en el pensamiento católico recto, no exista un concepto de derechos humanos moderno, NO significa que se menosprecie al ser humano. Más bien, se respeta mucho al ser humano en su justo orden divino y teologal. Porque los modernos derechos humanos suponen una antropología en que el ser humano es medida y razón de todas las cosas, y eso es inaceptable para un cristiano, es una idea luciferina que está ya en los sofistas griegos y luego pasa al Humanismo y la Ilustración. La ley moral natural exige un fuerte respeto a la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, se manifiesta en los 10 mandamientos. 

Pero la idea de crear un paraíso terrenal sin maldad ni injusticia ni miseria, elemento clave de progresismo revolucionario, es un sinsentido que lleva a las peores tragedias como el comunismo o el actual globalismo. En este mundo, ni el catálogo más estricto de derechos humanos protectores de la persona va a impedir que el ser humano, que tiende a ser lobo para el hombre("tiende", no que "sea") actúe de modo inicuo e injusto contra el prójimo. Ni en los mejores tiempos de la Cristiandad medieval se pudo, menos con una sociedad tan secularizada. Mucho menos bajo utopías revolucionarias neo-gnósticas como Vogelin entendió.

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