domingo, 15 de septiembre de 2024

Notas sobre el humanismo

 El humanismo del modo que la modernidad lo entiende, es nefasto no porque se preocupe del hombre sino porque en lugar de elevarlo, lo reduce a la materia o lo inmanente y destruye la metafísica y todo lo que supera al ser humano, y prepara el reinado de la técnica. Pero un humanismo, quizás sin ese nombre contaminado ya, que eleve al hombre hacia la dimensión divina, un humanismo de la Encarnación diría Maritain(aunque entiendo algo bien diferente), que eleve todo lo humano hacia la metafísica, no solo es irreprochable, sino muy necesario.

Podríamos decir incluso, un humanismo de la Transfiguración, el hombre como imago Dei hacia la escatología de su alma renacida en Cristo y transfigurando el cosmos entero. Ese humanismo es lo que propone el tradicionalismo en realidad, un humanismo suprahumano. Lo que implica elevar al hombre a las alturas no solo del orden natural, especialmente en la sabiduría y ciencias del espíritu, sino también en lo sobrenatural, es un humanismo que exige una alta perfección e integridad al hombre, dado lo elevado de su finalidad y dignidad.

Un humanismo que eleve todo lo humano, hacia su dimensión sacral, hacia el misterio, que perfeccione la vida humana llena de belleza y encanto, que haga la existencia humana en esta tierra, algo hermoso, sustentado en la Tradición y las raíces, eso es auténtico tradicionalismo.

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