En Chile hemos vivido desde 2019 tiempos esquizofrénicos. Ya desde 2011 con el movimiento estudiantil se anunciaba una década convulsa, lo que fue in crescendo con Bachelet II el 2015 y luego el mayo feminista revolucionario de 2018. Pero la tormenta recién empezaba. En el estallido revolucionario de octubre de 2019, todas las fuerzas radicales y revolucionarias de izquierda postmoderna, progresista si no "indefinida", anarquistas insurreccionales y nostálgicos del viejo comunismo se dieron la mano y lanzaron una gigantesca ofensiva roja. Fueron días de locura, delirio total, ese clima donde las estupideces más grandes se pueden permitir el lujo de existir, como el de la Francia o la Rusia revolucionarias, aunque a escala postmoderna y nihilista más que prometeica y racionalista.
La izquierda radical parecía dueña del país. Cuanto movimiento rojo, anarco, comunista, postmoderno, feminista, indigenista, interseccional, etc., existiese, en el 18 de octubre de 2019 tenía su lugar bajo la primera línea insurreccional. Cuanta idea y eslógan subversivo, progresista radical, terrorista incluso, existiese, era bienvenido. Fueron días que muchos quisieran olvidar pero lo dicho, dicho está. Parecía la postmodernidad absoluta, triunfante, en su grado más radical posible, un golpe maestro rojo.
Lo anterior fue proyectado en la estúpida y absurda Convención Constitucional de 2021-22, y la elección del payaso de Gabriel Boric como presidente de Chile. Era el "octubrismo", si bien ya alicaído a consecuencia de la pandemia del año loco también, 2020-21. Pero aún había un "rojo amanecer" en el horizonte, con "grandes transformaciones sociales", "educación feminista interseccional", "democracia participativa y protagónica" y demás patrañas. Era el clima con que se eligió a Boric y la Convención. Parecía que la izquierda dura ganó. Pero de tanto estirar el elástico, se rompió. Los utopistas sociales radicales a lo Trotsky y su revolución permanente no resisten el tiempo de una masa social no comprometida con su Revolución, solo terroristas y psicopátas se mantienen en militancia combativa permanente.
Y desde 2022, las locuras, aberraciones y estupideces sin igual de la Convención Constituyente causaron un hastió tan grande en la población que un año atrás no lo habría creído. Lo mismo la ya pésima gestión de Boric y su desgobierno. El pendúlo se daba vuelta. Y vino el 4 de septiembre de 2022, el día en que Chile le dijo no al octubrismo de la Convención y condenó el estallido social de 2019, al rechazar el proyecto constitucional demente. Desde entonces vivimos en una tensión de signo opuesto, todo se mueve a la derecha dura. Y es que las estupideces progresistas salen caro. Llenar de inmigrantes y muchos de ellos ilegales y hasta delincuentes y sicarios, destruir y profanar la identidad patria, envenenar el alma de los niños con estupideces postmodernas, no sale gratis y habrá reacción. La delincuencia a niveles nunca vistos gracias a la inmigración masiva, ¿no que enaltecían a los delincuentes y terroristas en 2019? ahora pagamos las consecuencias. Desprestigiar el Estado de Chile y sus instituciones por años trajo consecuencias gravísimas. Se burlaban de los que decíamos que había terrorismo en Chile, defendían al "Wallmapu" en la Araucanía, y ahora pagamos las consecuencias. Todos, desde la derecha económica hasta la izquierda anarco promovían la inmigración masiva y se burlaban de los que denunciábamos.
Hoy pagamos las consecuencias y parece que no tenemos vuelta con tanto crimen e invasión de nuestras fronteras. La economía colapsa de tanto despilfarro, corrupción, el octubrismo mismo, etc. La clase política es necia de inoperante. Estamos camino a ser un Estado fallido. Y allí ha crecido la derecha "radical" si se quiere, el país ha visto el abismo a que conduce la estupidez izquierdista y busca refugio en la derecha más dura, se ha derechizado el país. El problema es que no hay una derecha a la altura. O es el piñerismo liberal tecnocrático de Chile Vamos, que es tan repugnante y vergonzoso que no amerita comentario(¡ellos fueron los grandes responsables del colapso del país en 2019 con su negligencia, ni hablar de la inmigración!). O es la derecha de Kast que me fastidia porque son liberales economicistas a lo Chicago, el gremialismo de siempre; o la derecha loca de redes sociales que es nada. No hay un proyecto nacional y cristiano, quizás porque en la derecha chilena siempre hemos sido marginales.Y de nuevo en lo mismo, la derecha chilena es pésima, perdidamente liberal, mientras en el resto del mundo van hacia el "socialismo de derecha" , el soberanismo tipo AfD o Front National, acá la derecha es neocon y sigue pegada en el relato americanista liberal capitalista.
Los referentes de la derecha chilena son pésimos, de ínfima calidad como Axel Kaiser, Tere Marinovic y otros innombrables. Celebro que el país haya salido de la locura izquierdista radical pero no hay nada sólido al frente y la izquierda radical puede volver con todo.
Es posible que un esperable mal gobierno de Kast si sale o Matthei por el piñerismo abra el paso de nuevo al eterno retorno de lo mismo. Y de nuevo otro estallido rojo. La población se ha hastiado pero es manipulable y la derecha no tiene contenido sólido que ofrecer. La mejor tradición de la derecha chilena(o por fuera de), el social cristianismo y el nacionalismo agrario laborista, hoy está en su mínima expresión. Todos esos proyectos fracasan porque son ajenos al ethos de la derecha chilena. Acá solo triunfan Hayek, Friedman y Milei.
La razón profunda de por que la derecha es incapaz de salir de este marasmo institucional en que estamos, creo que es por lo que Mario Góngora denunció: la destrucción del Estado de Chile hecha por el neoliberalismo, traería enormes consecuencias, en un país formado por el Estado.
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